lunes, 7 de junio de 2010

Amor a primera vista

Samuel Arango M.
| Medellín | Publicado el 7 de junio de 2010 en El Colombiano.
Arribar a una entidad de educación superior como el Tecnológico de Antioquia es no solamente un reto sino una aventura. Máxime cuando el reto está relacionado con el compromiso vital de buscar la calidad académica. Tenía referencias de la institución en cuanto que era solvente, se desarrollaba a pasos agigantados y estaba comprometida por convicción y acción con el departamento de Antioquia. Llegué pues sin mayor información, con muchas expectativas y esperanzas. Apenas a unos días de haber iniciado labores como Vicerrector Académico ya puedo hablar de algunos hallazgos.

En primer lugar, encontré unas personas definitivamente comprometidas con su labor. Tanto en la administración como en la academia. Personajes que cada uno en su campo pueden ser puestos como ejemplos en cualquier ambiente universitario. Un rector con ganas y con empuje, unos decanos que saben dónde están y para dónde van. Unos docentes que sobresalen por su solvencia académica. Unos estudiantes abiertos a avanzar en su proceso educativo. Unos empleados comprometidos efectiva y afectivamente con su labor.

Otro aspecto que sobresale es la variedad e innovación que muestran los diversos programas. Aun los que parecen tradicionales, muestran características propias y especiales que los hacen únicos y distintos. Programas bien planteados y que se vislumbran hacia el futuro. Nuevas disciplinas de enorme pertinencia social. Algunos podrían ser considerados pioneros y con posibilidades de expansión incluso internacional.

Pero uno de los aspectos que realmente me han impactado es el esfuerzo enorme por la regionalización. Salir de Medellín, que tiene todas las posibilidades, para desplazarse a los municipios más apartados y necesitados es una odisea. Casi nunca la regionalización funciona en las universidades. Creen que es crear sedes de enorme valor y belleza y medio llenarlas con gente. El sistema que está trabajando el Tecnológico en este campo es innovador y sin duda de mayor rendimiento y beneficio. Un trabajo con las administraciones municipales, con las entidades educativas del municipio, que comprometen su prestigio y sus recursos. Visitar esos municipios es darse cuenta de lo que significa tener la universidad en el pueblo. Orgullo absoluto. Lo importante es que los programas servidos sean de verdadera necesidad en el sitio y permitan que los jóvenes tengan una opción que valga la pena para quedarse en su comunidad y aportar al desarrollo de ella. Sin que por ser región se disminuya o demerite la calidad. Es impresionante el esfuerzo de la administración y de los decanos y docentes para llegar a tantos sitios. Para realizar la labor de regionalización es necesario no solamente poseer los recursos sino aportar una alta dosis de entusiasmo, convicción, sentido social y espíritu aventurero.

No quiere decir que no haya detectado algunos problemas. Claro que sí. Una dolorosa inseguridad, poco compromiso de algunos pocos, viejos rencores. Pero en nada los problemas opacan el sol. Son adjetivos. Lo sustantivo está a salvo.

Llevo poco tiempo en el Tecnológico y, sin duda, he padecido el delicioso placer del amor a primera vista.

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